Pero me resistí.
Otro yo dentro de mí me dice 'no vayas,
no llames, no busques, no sonrías'.
Hay días que despierto con ganas terribles de escuchar esa voz,
o ver ese rostro, o aquella sonrisa y abrazarle.
Suele ser difícil superar esos impulsos, pero lo consigo.
A duras penas y con mucho esfuerzo, pero lo consigo.
Y siento que he ganado algo...
¿o es que no he perdido nada?
Y no sé si es una sensación de vacío (¿o tristeza?) q me embarga...
Y entonces algo frío me toca en el alma y pienso
Si esa voz es tan solo el orgullo, y no debería escucharla.
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